Dentro de la práctica del BDSM siempre, ya lo sabemos, ha sido objeto de muchas críticas y malentendidos por parte de la sociedad en general el apartado que se refiere a la violencia. A menudo, de hecho, se piensa que el BDSM es sinónimo de violencia y abuso, cuando en realidad se trata de una práctica consensuada entre adultos que buscan experimentar con su sexualidad y explorar sus límites. Los que estamos en este mundo lo sabemos. Desde fuera, el cristal arroja muchas veces un reflejo distorsionado.

Uno de los aspectos más controvertidos del BDSM es precisamente el de la violencia consensuada. La violencia consensuada se refiere a cualquier actividad sexual que involucre dolor o violencia, pero que es acordada previamente entre todas las partes involucradas. Esto significa que todas las actividades que se llevan a cabo en una sesión de BDSM deben ser acordadas de antemano y deben ser seguras, sensatas y consensuadas, tener palabras de seguridad y observarse estas muy estrictamente.

La violencia consensuada se utiliza en el BDSM como una forma de explorar los límites físicos y emocionales de las personas. La idea es que, al experimentar con el dolor y la violencia en un entorno seguro y controlado, las personas pueden aprender más sobre sí mismas y sus parejas, y pueden construir una relación más profunda y significativa.

Sin embargo, es importante destacar de esta práctica es que no es lo mismo que el abuso. El abuso implica una falta de consentimiento y una falta de seguridad, mientras que la violencia consensuada implica lo contrario: todas las partes han acordado de antemano lo que va a suceder y han tomado medidas para asegurarse de que la experiencia sea segura y placentera para todos.

Para que la violencia consensuada sea segura y satisfactoria, es importante que todas las partes involucradas sean honestas y comunicativas acerca de sus límites y expectativas. Esto puede incluir discutir las actividades específicas que se llevarán a cabo, establecer señales de seguridad para detener la actividad si es necesario, y tener un plan de contingencia en caso de que algo salga mal.

Además, es importante destacar que la violencia consensuada no es para todos. Algunas personas pueden sentirse incómodas con la idea de experimentar con la violencia, y eso está perfectamente bien. El BDSM es una práctica consensuada y no se trata de forzar a nadie a hacer algo que no quiera hacer.

Hay muchos tipos: spanking, bofetadas, ballbusting, azotes con instrumentos, llaves físicas…

Como últimas palabras, destacar que la violencia consensuada es una práctica común en el BDSM que puede ser segura y satisfactoria si se lleva a cabo de manera responsable y consensuada. Es importante que todas las partes involucradas estén abiertas y comunicativas acerca de sus límites y expectativas, y que se tomen medidas para garantizar la seguridad y el bienestar de todos. Si se hace correctamente, la violencia consensuada puede ser una forma emocionante y liberadora de experimentar con la sexualidad, el BDSM y construir relaciones más profundas y significativas.