Ella llega a casa y estás tú. Pero no viene sola, viene con alguien más. Sin mediar palabra, solo tras decirte lo poco hombre que eres para ella, empieza a juguetear con su amante. Sí, quien ha venido con ella no es otro que su amante, alguien más joven, más fuerte, más guapo, con mejor polla.
Acéptalo, no la puedes satisfacer, ni ahora ni nunca, y solo puedes mirar cómo ella se divierte con él.
¿Quieres más? Ahora ya estás en una posición de sumisión, ya no eres el marido, eres una cosa, eres quien va a ayudar al amante a satisfacerse, y para ello tendrás que hacer de «mamporrero», de asistente, tendrás que ponérsela dura, viendo cómo es una polla de verdad y no eso que tú tienes entre las risas y palabras crueles de tu mujer que, sin ningún pudor, te insulta y pisa mientras disfruta de un hombre de verdad.
Si es que hasta el cornudo te folla y tú, mientras, empalmado como un perro.
Estas son las fantasías cuckold o de «cornudo», fantasías en las que estás sometido, no das la talla, no eres suficiente. En las que Ella te engaña y tú te sientes un verdadero pringado, un imbécil y no puedes o no quieres dejar de serlo, porque Ella hace lo que quiere. Contigo y con todo, porque Ella Manda. No puedes dejar de estar debajo, y de forma culpable o no, disfrutarlo.
¿Que ese tío te sodomiza mientras ella te sujeta y se ríe de ti? Lo mereces, por pringado, y te lo repites una y otra vez mientras esa polla te perfora las entrañas y tú, vas y te empalmas como un perdedor, porque te está gustando.
Y en las fantasías más salvajes, Ella lo hace con el amante delante de ti mientras te hace mirar…
Y tú, ¿tienes también esa fantasía?