Domina Elena, descalza y descansando en el salón pide a Necar que la sirva y empieza a disciplinarlo. Pronto el sonido de los azotes llenan el saloncito, arañando su culo y su espalda, y agradecerá cada bofetón, indefenso, desnudo, humillado y excitado Necar apenas resiste los pellizcos en los pezones, la maldad de Domina Elena que explora al sumiso provocándol y riéndose sádicamente en un juego de posturas, dolor y sumisión.