En la sexualidad humana, dice la Wikipedia, el kink es entendido como las prácticas o fantasías sexuales no convencionales. Sus practicantes son llamados en inglés kinksters que en español no tiene una traducción directa aunque muchas veces se asimila al término fetichistas. De hecho algunos estudiosos de la psicología y la sexología asimilan a lo kink parte de la Q del LGTBQ+, pero esa no es una conversación que queremos ni que nos corresponda.

Las relaciones que nosotros entendemos en los horizontes de la llamada «sexualidad tradicional» siempre pasan por unos principios que «los vainilla», los que están al otro lado, no quieren entender o simplemente, lo ignoran. Se trata de la conformidad. De lo consensuado. Del pacto entre adultos donde se busca una expresión propia y en sus propios términos de la sexualidad, y que siempre será sano, seguro y consensuado.

¿Disfrutas de una buena tunda en el trasero? Si es lo que quieres, perfecto.

¿Lluvia dorada? Pues dale.

¿Quieres ser un perrito bien entrenado? Si es tu deseo…

¿Te excita y quieres ver cómo tu mujer o tu dueña te humilla ante otros hombres más machos que tú? Perfecto.

Y, sí, defendemos el Kink como una forma de entender y que exige respeto para aquellos para los que la sexualidad convencional no es suficiente, no es lo que de verdad les lleva, siempre defendiendo que cada cual en su cama puede hacer lo que quiera que para eso es suya, y las necesidades más alternativas y menos convencionales no nos hacen ni mejores ni peores, nos hacen nosotros mismos. Ni «vainilla» debe tener una connotación negativa ni Kink tiene que significar pervertido.

La vía de la comprensión es muy difícil, sobre todo cuanto más nos acercamos a las prácticas más extremas del kink donde otros intentan, sin comprenderla, imponer su punto de vista y «Lo Que Está Bien y Lo Que Está Mal» en base a una moralidad que nosotros no compartimos. Solo pedimos que no nos juzguen, porque no son quienes, sobre todo si no son capaces de empatizar y comprender que hay otras formas de sentir y realizarse en el terreno de la sexualidad.

Lo kink no te hace ni distinto ni un bicho raro: es parte de quien eres. No estamos ni enfermos ni padecemos ningún tipo de malestar, y así lo han reflejado los manuales de psicología cuando (por fin) se han actualizado hacia estos temas.

No queremos pontificar, tampoco. Simplemente somos como somos y disfrutamos de lo que disfrutamos. No juzgamos, no pedimos comprensión a nadie que no quiera darla y nos limitamos a ser nosotros mismos, desarrollar nuestros propios entornos seguros y velar por los nuestros.