Sodomización, palabra a veces tabú tanto como deseada, pero, a su vez, socialmente poco aceptada.
Si bien el sexo anal es una incorporación muy dependiente de la mentalidad y deseos de las parejas, es cierto que muchos ámbitos, sobre todo el masculino, es algo que no se suele hablar. No hay competición sobre ello. La habitual charla sexual versa sobre muchas prácticas menos lo que tiene que ver con el culo masculino.

Así, no es de extrañar que sea una práctica que a veces, en las sesiones, en los encuentros furtivos, incluso habiendo confianza, se demanda sotto vocce. Y pese a que la sodomización, el sexo anal, se intenta normalizar en sus variantes y prácticas.

Hay mucho mito que afecta a la masculinidad cuando hablamos de esta práctica, pero quienes lo han probado y han sido capaces de normalizarlo, de sincerarse consigo mismos sobre ello, encuentran que es una práctica intensa, poderosa y que proporciona un placer tan distinto como increíble.

Sodomización
Domina Ghalia empleándose a fondo en un sumiso

En el mundo del BDSM también se ahonda en ello, en sumisos y sumisas. En los sumisos sobre todo también tiene un componente atávico de humillación, de sometimiento absoluto y abandono puesto que se dejan hacer. Se vencen los tabúes, se ignora lo que la sociedad de «fuera» dice sobre el sexo anal hacia los hombres y la sodomización hace que el sumiso se sienta un objeto, un sujeto paciente para el placer de sus diosas, a merced de lo que ellas quieran hacerles.

La sodomización es más complicada a nivel de aceptación social que de realización ya que con las medidas adecuadas, lubricación y un poco de cuidado se puede practicar sin problemas. El hombre sujeto paciente de esa sodomización encuentra que de pronto carece de poder alguno de decisión y que en manos de sus diosas, su culo, presto a ser sodomizado, es integrado de forma normal en la secuencia.

Quizás en su ámbito privado «vainilla» no lo practiquen, quizás sí. Pero en la mazmorra tiene un significado propio que va más allá de la práctica y que para muchos solo es pensable y concebible en entre los seguros muros de ese lugar, bajo el yugo, tacón y bota de su diosa que le exija y condicione según sus deseos.

No hay que temer a la sodomización como tal. Todo lo que sea consentido siempre estará bien, y las etiquetas sociales que conlleva su consideración son solo remantentes, restos de épocas pasadas. Puedes disfrutar tanto del sexo anal como de que te hagan un buen sexo oral, ¡e incluso combinarlo! En ellos, en ellas, en elles… Puede ser tan divertido, intenso y placentero como se quiera, siempre, como hemos dicho, con el consentimiento, la higiene y mucha lubricación. Ya sabéis, la práctica hace al maestro… anal.